LA RAMBLA VELLA
* EL CONVENT DE FRA MENORS REEDIFICAT
Segons l'esmentat cronista P. Coll:
“Padeció este Convento de nuestro Padre
San Francisco de Tarragona muchos estragos ocasionados de las guerras, que los
Franceses han hecho, en diferentes tiempos en este Principado. Por el año de
1471 habiendo quedado en la mayor parte destruido este Convento, por los dichos
Franceses, concedió Paulo II que los Religiosos de este Convento pudiesen
edificarlo de nuevo dentro los muros de la Ciudad; pero pareciéndoles mejor el
permanecer en el mismo lugar, volvieron a reparar sus ruinas, con las limosnas
de los devotos. Volvieron las armas
Francesas contra la inexpugnable Ciudad de Tarragona el año del 1640 y otra vez
el año de 1652 y en estas dos veces quedó casi del todo destruido este
Convento, pero también se ha vuelto a reedificar por los Religiosos”.
“La mayor, sobre todas estas ruinas
ocasionadas de las guerras, que padeció este Convento, fué la que por sus
justos juicios permitió Dios el día tres de Setiembre del año 1700. En este día, pues, que era viernes, a las once
horas y media de la noche, habiéndose puesto el Cielo con una tempestad tan
horrorosa, que con toda propiedad se podía llamar noche de Juicio, pues por los
formidables truenos, y continuos rayos parecía, que en ella había de acabar
Dios con el mundo, cayó un rayo en una grande, y fuerte torre que había a muy
corta distancia del Convento; y como en ésta estuviese el principal Almacén de
la Pólvora, Bombas, y Granadas, que tenía la Plaza para su provisión, pegóse el
fuego en ella; siendo tanto el estrago, que aun de la misma Torre los cimientos
quedaron enteramente deshechos; la Torre del todo derribada; nuestro Convento
por su vecindad destruido; muchas de las casas de la Ciudad demolidas; y no
quedó en fin en ella edificio que no recibiese su daño; mas el mayor fué el de
nuestro Convento; pues que de todo el grande edificio, apenas quedaron más, que
las paredes de la Capilla mayor, con que quedó, por Divina disposición,
preservado el Sagrario, donde estaba el Globo del Santísimo. Los más de los Religiosos quedaron sepultados
con la ruina: y fué, no pequeño milagro, que no muriesen todos en ella. Luego de sucedida la fatal desgracia corrió
por toda la Ciudad, que había caído el Convento de San Francisco, y que estaban
los Religiosos sepultados en sus ruinas; y olvidado cada uno del propio daño
que tenía en casa suya, acudió toda la Ciudad, Hombres, y Mujeres, Nobles, y
Plebeyos, Seculares, y Eclesiásticos al Convento para dar providencia, y
socorrer a los pobres Religiosos”.
“En esta ocasión se experimentó más que nunca la innata devoción de los hijos de esta Ilustre Ciudad, con nuestros Religiosos, acudiendo todos, y con especialidad el Ilustrísimo Señor Arzobispo, que era Don Fray Joseph de Llinás, de la esclarecida Orden de nuestra Señora de la Merced, el Señor Don Joseph de Boneu, Gobernador de la Plaza, y Cónsules de la Ciudad, dando orden, y providencia, para que, a todo riesgo, los Albañiles, y Carpinteros, desenterrasen de aquellas ruinas a los Religiosos. Así se ejecutó con la mayor puntualidad, y hallaron tres Religiosos muertos, tres malamente tratados, que murieron después de pocos días, y los demás, aunque no tan maltratados, pero bien asustados, y todos bien necesitados de remedio. Dió la Ciudad providencia para que se desocupase luego el Hospital llamado de Santa Tecla, donde fueron llevados algunos Religiosos, y otros que, a porfía de la devoción, se llevaron algunos Ciudadanos en sus casas, donde unos, y otros fueron asistidos, y regalados, con la mayor caridad. Quien se señaló mucho en la asistencia de los más necesitados fué el Ilustrísimo Señor Arzobispo”.
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